miércoles, 6 de mayo de 2009

Conclusiones y dudas

"El vacío que deja el amor nos mueve a la añoranza, a engañarnos creyendo que tuvimos, no sólo más de lo que ahora tenemos, si no incluso más de lo que tuvimos"
Esa es mi reflexión de hoy
Pues tampoco es el amor el deseo de lo bueno, sino algo tan inefable que hasta resulta a veces incompatible con la vida, incluso aceptando que sólo ella, la vida, justifica el interminable absurdo de la muerte.
Qué extraño!... Nos conocemos de repente; nos amamos de tal manera un año, dos... no sé, y de repente también, no nos volvemos a ver más. Esa quietud que sigue al dolor del amor, ese temblor convaleciente, esa falta de sed...

No sólo influye el amor en nuestra vida, la determina.
Empezamos creyendo que el amor, como el hablar, es cuestión de elecciones. Luego comprendemos que si al hablar elegimos lo que está más de acuerdo con nuestras necesidades, en la elección amorosa no revelamos nunca nuestro auténtico fondo, porque la elección en amor es mas sútil, mucho más complicada.
Somos, antes que nada, un sistema de preferencias y desdenes, en que influyen pero nunca decisivamente, nuestras opiniones y experiencias de la vida.

Y distinguimos tres terrenos: tú, yo y nosotros.
Lo cual voy a explicar de una forma sencilla. Tú y yo, deben deben hallarse conscientemente separados; y el nosotros es como un río. Sí, como un río, y como tal, debe permanecer siempre repleto de agua...limpia, a poder ser.
La confusión, es la muerte del amor, que nunca convierte a dos seres en uno, en un río, porque debe tener dos orillas.
Todo río tiene dos orillas. Debe tenerlas, porque si no, en caso de naufragio... Moririamos ahogados.
Lo comprendéis?
No deberíamos dejarnos absorver por el amante hasta tal punto de hundir nuestra propia orilla.

El amor auténtico lo altera todo. Al enamorarnos nos convertimos en seres enajenados, vencidos, alterados; el amor es como un terremoto que difícilmente soporta nuestra frágil serenidad. Enamorarse es tan sólo un estadio del proceso amoroso; sin amor, no hay enamoramiento, pero no siempre éste concluye 'fatalmente' en auténtico amor.
No confundamos la parte con el todo.

El enamoramiento, como el éxtasis, paraliza nuestra vida mental, no la enriquece, porque el mundo y las cosas y sus relaciones y sus atributos no existen para el amante.
El que ama reduce la realidad del mundo entero en una sola persona, el resto es visto a su través. Tal persona es la intermediaria de la creación, la delegada de su realidad. Ése es el dulce sueño del amor, su espada de Damocles, su dorada amenaza de catástrofe...

¿Sería tal vez el amor perfecto una amistad con momentos eróticos, una inefable realidad en que el amigo te consolara de los desdenes del amante y éste de las ingratitudes del amigo?



Wishmistress




1 comentario:

  1. Increíblemente cierto.
    Me ha encantado tu blog, un saludo, nos leemos!;)

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